viernes, 21 de febrero de 2014

23-F: La fotografía con el mensaje oculto

El 26 de octubre de 2009 fallecía en la clínica Rúber Internacional de Madrid, a los 91 años de edad, Sabino Fernández Campo, conde de Latores y teniente general honorífico del Cuerpo Militar de Intervención, empleo inexistente en dicho Cuerpo. Con este motivo, Manuel Rey, un destacado agente del CESID ya retirado, escribió un artículo clave sobre el intento de golpe de Estado del 23-F, que me ha autorizado a reproducir. Hay que leerlo con cuidado...

Tras muchos años de servicio al lado del Rey Juan Carlos I, el 8 de enero de 1993 cesó como Jefe de su Casa manteniendo desde entonces un misterioso silencio público, roto en muy contadas excepciones a través de algunas entrevistas o artículos de opinión.
De Sabino se valoraba sobre todo su profundo conocimiento de lo acaecido en el palacio de La Zarzuela la noche del 23 de febrero de 1981, así como en las primeras horas del día 24. Aunque él mismo reconociera que le faltaban algunas piezas del rompecabezas que suponía el 23-F y que había renunciado a completarlas porque, en ocasiones, “el que busca afanosamente la verdad, corre el riesgo de encontrarla”.
Sin embargo, desde la mañana siguiente a su fallecimiento, no fueron pocos los políticos, y especialmente algunos columnistas, que manifestaron ser depositarios de confidencias íntimas del conde de Latores, que curiosamente sólo se atrevieron a hacer públicas tras su muerte, cuando el finado ya no podía corregirles, matizarles o negarles.
Todos, políticos y periodistas, se han pavoneado de conocer a través de Sabino Fernández Campo ciertos acontecimientos acaecidos la aciaga noche de aquel 23 de febrero, pero sin mostrar pruebas de sus confidencias ni exponer datos más explícitos.
Así, el escritor y periodista Abel Hernández, tras publicar un libro titulado “Suárez y el Rey”, por el que mereció el premio Espasa de Ensayo 2009, no tuvo el más mínimo pudor en declarar que el conde de Latores había sido una de sus fuentes, e incluso que en su libro “está el último testamento de Sabino Fernández Campo”.
Actitud similar tuvo el periodista Carlos Dávila que, al día siguiente del fallecimiento del teniente general, abría el periódico que dirige, “La Gaceta”, con un elocuente “Lo que nunca contó Sabino” y que firmaba con no poca arrogancia como “Un testigo pertinente: Carlos Dávila”. El primer párrafo de su crónica, en el que reproduce la advertencia que según él le hizo el confidente “si publicas una de estas cosas antes de que tú o yo muramos, te retiro el saludo”, no dejaba de ser tan llamativo como contradictorio. También, alardeaba de haber mantenido numerosas conversaciones con Fernández Campo, sobre todo después de que éste abandonara La Zarzuela…
Es cierto que en alguna ocasión Sabino se refirió al 23-F de forma ciertamente reveladora, pero siempre con gran prudencia verbal y dejando que se interpretasen sus sibilinas insinuaciones, sus gestos y hasta sus silencios, en un lenguaje propio de personas inteligentes. Una de las muestras más significativas de esta peculiar forma de proceder tuvo lugar el 1 de marzo de 2009, con motivo de una entrevista concedida al diario “La Razón” en la que, teniendo como excusa principal la discutida reforma de la Ley del Aborto, fue preguntado también por la recurrente cuestión del frustrado golpe de Estado. Pero su mensaje más interesante no se encuentra precisamente en el críptico texto de su respuesta, “lo que viví la noche del 23-F lo he escrito sólo para mí”, sino en la fotografía que de forma expresa acompaña su comentario.
Para ilustrar su entrevista, Sabino decide posar delante de su extensa biblioteca con uno de los muchos libros publicados sobre el 23-F. Y es precisamente en la elección de ese libro donde, a mi entender, radica el mensaje que transmite el que fuera secretario general de la Casa del Rey durante aquel suceso. El libro elegido es precisamente el que lleva por título “23-F: Ni Milans ni Tejero. El informe que se ocultó” (Foca Ediciones, 2001), cuyo autor es mi amigo el coronel Juan Alberto Perote. Esta instantánea gráfica es difícil de obtener en la actualidad pues, con posterioridad a su publicación original en la entrevista de “La Razón”, fue ampliada haciendo desaparecer del encuadre las manos y el libro en cuestión que sujetaban de forma bien llamativa.
¿Qué mensaje estaba enviando Fernández Campo con la particular selección del libro del coronel Perote? Parece evidente que, de forma plástica y sin necesidad de pronunciarse más al respecto, nos está señalando un documento fundamental para comprender algo mejor lo acontecido el 23-F, ya que es evidente que el libro señalado no aparece de forma fortuita.
Por primera vez se señala al teniente general Joaquín de Valenzuela y Alcíbar Jáuregui, en aquellas fechas jefe de la Casa Militar de Su Majestad, como el posible sustituto de Adolfo Suárez. Tanto Milans como Armada “sabían que en el caso de que se desembocara en una salida puramente militar, el candidato no sería Armada y, sin necesidad de hacerse confidencias, los dos pensaban en el teniente general Valenzuela”. Con esta candidatura se evitaba dar una nueva patada al escalafón, como sucedió cuando se ascendió inmerecidamente a Gabeiras a teniente general para que fuera designado JEME, pues el nombramiento de Alfonso Armada Comyn, un general de división, supondría otra afrenta para los numerosos tenientes generales que, en aquellas circunstancias extraordinarias, podrían ser el denominado “elefante blanco” que tomara el relevo del presidente Suárez. Su proximidad al Rey también era evidente y su prestigio militar mucho mayor.
Este mensaje fotográfico y silente de Sabino Fernández Campo sobre el 23-F, el último que nos legó en vida, nos lleva a alguna otra reflexión sobre el tema, todavía no suficientemente explicado. Si el teniente general Valenzuela era en realidad el “elefante blanco” previsto para presidir el nuevo gobierno de reconducción o “salvación nacional” ¿por qué razón dicho papel fue asumido finalmente por el general Armada? ¿Hubo dos elefantes blancos y en consecuencias dos intentonas golpistas distintas? ¿Pudo desactivarse el golpe militar en el que Valenzuela sería “el hombre del Rey” cuando Adolfo Suárez dimitió de motu proprio, activándose de inmediato una segunda asonada para imponer a Armada en la Presidencia del Gobierno contra viento y marea…?
Para contestar esas y otras preguntas ciertamente definitivas, quizás tengamos que esperar a conocer las memorias póstumas de Fernández Campo, celoso guardián en vida de las claves más profundas del 23-F. Según los periodistas esas vivencias existen; aunque su viuda, María Teresa Álvarez, también periodista, y el propio Sabino lo han negado. “Lo que puedo decir carece de interés y lo que tiene interés no lo puedo decir”, solía afirmar el conde de Latores.
Manuel Rey Jimena


2 comentarios :

  1. Muy bueno Fernando. Voy a ver si consigo el libro que refieres en el artículo eninvestigotambién sobre éste acontecimiento tan importante que tuvo lugar hace hoy 35 años. Te sigo en la RLV

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  2. Muy bueno Fernando. Voy a ver si consigo el libro que refieres en el artículo eninvestigotambién sobre éste acontecimiento tan importante que tuvo lugar hace hoy 35 años. Te sigo en la RLV

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