martes, 7 de octubre de 2014

Una espía llamada Corinna, princesa Corinna

La condesa de Romanones, Aline Griffith, fue espía del servicio secreto de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial y algunos años más. Sabe lo que dice, aunque obviamente le falte información actual. El otro día hizo unas declaraciones que me llamaron la atención: "El papel de las mujeres en el mundo del espionaje ha dido muy importante. Corinna habría sido una buena espía".
Decía esto la condesa a raíz de una pregunta sobre un collar de esmeraldas y oro blanco que vendió en una subasta y acabó en el cuello de la princesa Corinna, la amiga del rey Juan Carlos. Conociendo su belleza, sus exquisitas relaciones y su don de gentes, la condesa saca esa conclusión con argumentos: "habría sido una buena espía".
La información que la falta es que Corinna llegó a colaborar con el CNI, aunque sus dirigentes, como es normal y habitual, negaran cualquier relación con ella. No se reconoce una vinculación de ese tipo, ni bajo tortura. La gente que se mueve obteniendo información de gran valía y prestando todo tipo de ayudas, es protegida hasta la extenuación. Si hace falta mentir, se miente. Cosas del mundo del espionaje.
Se dijo que el CNI la había espiado para descubrir si la amiga del rey tenía trapos sucios que pudieran perjudicar a la monarquía. Se dijo que la habían protegido para evitar un secuestro o un atentado. La realidad es que ayudó al CNI, como lo hacen muchas personas importantes. Unos cobrando, otros a cambio de favores y algunos por un deseo de colaborar con su país. Siempre sacan algo, de eso no cabe duda.
Corinna, princesa Corinna. Como Bond, James Bond.

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